lunes, 25 de enero de 2010

Resurgimiento

Con el recuerdo de los sonidos del holocausto reverberando al fondo de nuestras mentes,
salimos a través de la roca férrea que nos subyuga.
Abandonados en un páramo frío e inerte nos tendemos para involucionar
a una forma rastrera e inmortal;
para seguir, únicamente, nuestro instinto más primitivo.
Vestimos la piel de los caídos en las masas aplastadas
por los dedos fúricos de un dios vengativo
y hacemos con sus rostros una nueva faz de nuestro ser,
una nueva identidad que darle a los restos que hoy cubren el panorama.
Los rayos aleatorios y distantes fulminan a algún incauto remanente entre escombros y cenizas humanas que se arremolinan con el viento rugiente.
Y es mi cuerpo el que de pronto comienza a calcinarse, se craquela y cae a mis pies como escamas de una serpiente color carne; lo que hay bajo ella, en mí, resplandece.
El futuro me visitó poco antes del final en la figura de un ángel.
Poderoso, implacable, sempiterno.

Y ahora, al comienzo de todo, ha vuelto a mí
y me ha revelado el esbozo de mi silueta nueva en esta playa sulfurosa.
Y este ángel llameante y hermoso me ha dicho: "Tú, maldito, terminador de la humanidad, eres ahora, la Desesperación Encarnada"

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