jueves, 23 de febrero de 2012

Ni hablar

Ni hablar. Ha sido más que un espejismo, y sin embargo me ha golpeado más fuerte que una piedra en el ojo. 

Ni pensar ya en las posibles soluciones. En las maneras de escurrirme por el patio, saltar al vacío y ser atrapado por los brazos titánicos del camión de la basura. Me siento. Te cierro la puerta en la nariz. De un puntapié, pues ya se había señalado que me senté primero. Y desde esta posición arrojo la colilla por la ventana, con precisión bárbara pero que no figurará en ninguna epopeya. Sigo sentado y la camisa de pronto quiere asfixiarme y me la arranco vomitando los botones. Los ojos cansados de la cama me hacen pensar en mis propios ojos, rojos, espirales, en plena alucinación. Un  placer discordante me resultó el sacar el banjo viejo de debajo de la cama insomne y arañar algunas letras en su vientre. Primero reticente luego supo dejarse derretir sobre mis rodillas. Entre el gorjeo de agua y metales creo escuchar que llamas a la puerta y un súbito coraje me llena hasta los bolsillos. Me quito los pantalones y me meto entre las sábanas. El banjo sentado en mi lugar hace las veces de centinela. Con el zapato, luego de que éste trazara su trayectoria de medio punto en el aire lleno de humo, logro apagar la luz. 

Aunque estoy seguro de haber puesto el seguro de la puerta, justo después de hacerla besar torpemente tu nariz, te encuentro de pronto: entre mis piernas enredada en las sábanas resplandeciendo a la luz amarilla deteniéndote un poco aquí otro tanto allá llamando mi nombre con voz de escopeta buscando tu jauría de loba anudándote a mi cuello viéndote al final primero sobre mis ojos y luego bajo mis párpados.


Ofrenda recíproca 
 para el honorable sir Graju y su parvada
Esperando propicie la abundancia de sus graznidos, 
de los cuales me declaro fan.

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1 comentarios:

Blogger Uriel Cormorán ha dicho...

O_O Eso fue tremendo!. Creo que entre los dos nos echamos porras, pero eso nada tiene que ver con mamadas conspiratorias de compasión autocompasiva, sino con el guacamole que nos fortalece recíprocamente. Lo repito: eso fue tremendo... y gracksias por el aperitivo de parte mía y de mi palurda parvada.

7 de marzo de 2012, 19:16  

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