lunes, 30 de septiembre de 2013

Aaaaaggggg

Un ansia noctámbula.
El corredor interminable del tiempo, de los días, de los minutos eternos que se derriten con lentitud mesozoica al ritmo de un chasquiido en mi cuello.
La desesperación encarnada en mi espalda. La espera gustosa en la tuya. La sed irrefrenable de dos soles que buscan consumirse en un estallido.
Generar vacío
Generar nada
Abre desde tu cubículo el cerrojo del mío.
Aviéntame con tu sombra hacia las aspas blancas del molino.
M a c h á c a m e
m u y    d e s p a c i o
c o n     t u s    d e d o s.
Despertó en la cueva el ser impetuoso. Le diste paso libre al monstruo de las tormentas. Abriste en la boca de la noche una abertura para que nos dejáramos tragar. Nos degluten en un silencio tal, nos saborean las fauces del espacio de tal forma que entendemos que el lugar que nos corresponde no es entre los hombres.
Las formas humanas no alcanzan.
La arquitectura no euclidiana de tu cuerpo. Las sinuosidades de tu rostro, parábolas indescriptibles en dimensiones que no entiendo.
La trayectoria de ese beso etéreo, inexistente aquí pero tan real e intenso allá, en la dimensión del recuerdo. Tan natural en el universo del futuro.

Un ansia noctámbula.
El corredor interminable del tiempo y al final, en puerta que dejamos cerrada sigue el letrero que anuncia:
No molestar

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