miércoles, 30 de abril de 2014

Fictatus (cuento)

El doom jazz le iba espesando la mirada, le iba apesadumbrando la torrente sanguíneo. ¿Y cómo no dejarse caer en el cliché? Si la noche estaba fresca, ventosa, como de pretormenta. Precisamente llevado de la mano por la idea del lo trillado sacó de su reserva secreta un cigarro, y aplicó una generosa dosis de whiskey en su café hirviente aún.
Sí, la noche era apropiada para un buen asesinato. Una noche típica londinense en pleno occidente mexicano esperando a su propio Sherlock para salir en busca de los negros arroyos de la mente humana.
En la esquina brillaba el neón que decía "El club del gore". Con el sol el letrero era invisible, pero a estas horas era la única guía en la noche ciega. Adentro se respira el humo, el alcohol, el sexo, o los sexos expuestos de bailarinas de labios rojos.
Sonambuleando se sienta junto a la chica sin maquillar, la del cabello apenas si recogido, la de los ojos frescos. Y en eso entra el saxofón gritando junto a sus oídos que se dejen de juegos y nimiedades. Le canta casi con coraje que la noche apenas si comienza y el estar ahí mirándose por horas no va a retrasar el destino de ninguno....tampoco a hacerlo más brillante ni más oscuro. Ya convencidos del todo dejan las luces casi muertas y se alejan tocándose apenas las puntas de los dedos. Las uñas pulcras de la mujer le dan un escalofrío.
Tras el escenario el ruido de los músicos previene que cualquier otra cosa sobresalga y sea percibida por el auditorio. Especialmente cuando el baterista decide despertar de pronto y redoblar anunciando calamidades y orgías.
Ella lo toma con las uñas y lo atrae hasta su trampa donde lo aprisiona con los dientes. El se deja llevar y castigar por la repentina penitencia que le limpia el alma con la sangre que de pronto brota de su labio inferior. Fúrico, la aparta de golpe y ella cae al suelo.
-Vamos, que ambos sabemos que esta noche no es más que la atmósfera predecible de una trama simplona- dice ella con ojos retadores, limpios, conscientes.
El titubea. Nunca antes había titubeado en el momento previo. Pero hoy es distinto.
-Hoy debe de ser diferente- dice él mirándola hacia abajo. Sigue en el piso. Saca su mano del saco, vacía y da media vuelta.
-Tienes razón. Hoy es una noche totalmente distinta.- susurra muy despacio ella mientras le dispara a la nuca.

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